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viernes, 23 de junio de 2017

El calor y las largas distancias

Hace ya cuatro días de la Media Maratón "Ciudad de Burgos", y aunque la idea era participar sin luchar contra el crono, simplemente llevar un ritmo controlado durante un rodaje más largo de lo habitual y sumar kilómetros…  no acabó todo lo bien que me hubiese gustado. A veces otros factores externos truncan el día.

Estamos en meses duros, esta subida de las temperaturas más pronunciada año a año, que parece que en algunos lugares hay siete meses de verano; no ayuda nada a los entrenamientos y a las competiciones. Está claro que el cuerpo sufre un desgaste tres veces mayor, que hay que cuidarse mucho de hidratarse y aún así, hay que saber parar. Ciertos días no están hechos para correr, sino para estar en la piscina.

El domingo arrancamos ya con una temperatura de 25 grados que para una media maratón es bastante exagerado por el tiempo que emplearemos expuestos al asfalto y al sol. El circuito de tres vueltas siempre se hace un poco "pasado de vueltas" en el último tramo. Pero cuando estás físicamente bien sólo piensas en echar el resto y llegar, porque correr en casa es especial. Para mí es una prueba especial, la he ganado los tres años anteriores y esta era mi cuarta participación consecutiva.

Salí al principio con un ritmo un poco más rápido de lo que esperaba, la primera vuelta y media (o mejor dicho los primeros 10k) en torno a 3´40 el kilómetro. Pero de golpe empecé a notar algún pinchazo en los isquios. Decidí bajar bastante el ritmo ya que llevaba una buena ventaja. A estas malas sensaciones había que añadirle el problema del avituallamiento: este año solo había dos zonas por vuelta, la temperatura había subido mucho y las fuerzas iban escaseando al final de la segunda vuelta.



Comienzo la tercera vuelta animada por toda mi gente, pero sigo notando molestias. Durante un largo kilómetro reflexiono "el sábado siguiente tienes el Nacional de Carreras de Montaña y lo has preparado específicamente... Si sigues vas a tirarlo todo por tierra". Así que decido parar y retirarme y lo primero que hago es echarme un botellín de agua en la cabeza y beber otro para recuperar hidratación. Pena de no revalidar victoria pero con la idea clara de haber hecho lo correcto.

Durante ese día, post-carrera, mi mente estudia mis dolores y el desarrollo de la carrera, pero después de descansar y comer bien me tranquilice viendo que las molestias desaparecían y que podían haber sido claros efectos de la deshidratación. Esos pinchazos podían haber sido calambres y por suerte no pasó de ahí.

Me retire en el kilómetro 15 y pico. Puedes pensar "Si ya no te quedaba nada!"... Pero viendo el final de la carrera desde la barrera pude observar como llegaban muchos compañeros a meta muy tocados. Esos últimos seis kilómetros fueron devastadores para toda la gente que corrió y su recuperación esta semana seguro que ha sido más complicada. Una retirada a tiempo es en muchas ocasiones una victoria… O eso dicen. En esta ocasión yo tengo claro que hice lo correcto.

El lunes y martes disfruté de unos rodajes regenerativos y el miércoles realice mi última sesión de series en cuesta de cara al Campeonato, con mejores marcas que las semanas anteriores. Así que me quedo con un buen sabor de boca.



El sábado por la tarde espero disfrutar de una competición en un terreno poco habitual, subiremos 634m en 8kms. Vamos a desear llegar a la cima y que nos peguen una ducha, porque vamos a tener que luchar contra altas temperaturas. Así que llevo bien anotados "los deberes" además de correr: cuidarse mucho, mojarse y beber. Ya os contare la experiencia en el Cto. Nacional de Montaña en Molinaseca. Hace dos años fui cuarta en este tipo de competición y este año tengo el propósito de luchar por uno de los cajones del pódium.





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